Tras la reciente modificación sufrida en esta figura, se viene utilizando por el testador el fideicomiso a la hora de dejar su última voluntad, con esto lo que pretende es encargar a una persona (que es un heredero) la administración o conservación de determinados bienes para entregarlos a otro (heredero) en un momento dado. De esta manera, el testador instituye a un heredero directo y a otro indirecto, quienes se sucederán en la posesión de su herencia.
El por qué surge esta figura en los testamentos, es porqué se tratar de controlar la herencia. Esta figura la componen tres personas:
– Causante (Testador) o Fideicomitente. Es la persona propietaria de sus bienes y el encargado de determinar el fideicomiso en su testamento.
– El Heredero Fiduciario, es quién recibe el patrimonio no para sí, sino para un tercero, es el primer heredero con el deber de conservar los bienes y derechos y transmitirlos en su momento.
– El Heredero fideicomisario, es el heredero final, quién recibirá el patrimonio de manos del anterior, heredero fiduciario.
Por tanto, el fideicomiso se presenta como una herramienta de sustitución hereditaria, de manera que el heredero fiduciario adquiere el compromiso de conservar los bienes y entregarlos en las condiciones impuestas por el causante al heredero fideicomisario. Igualmente, el causante puede determinar si la obligación del fiduciario es de mera conservación y entrega o incluye la administración e igualmente puede limitar el poder de disposición, de manera que los bienes lleguen intactos al último heredero que es el fideicomisario.
La ventaja del fideicomiso es que permite un mayor control de los bienes del causante integrantes de su caudal hereditario y el causante puede nombrar como herederos a personas que en principio no podrían serlo, gracias al sucesor intermedio e igualmente puede determinar los fines a los que se le puede dar destino a su patrimonio. Igualmente de esta manera se evita que el patrimonio hereditario se escape de la línea familiar.
BUFETE DE MIGUEL Y SORIA,
Abogados.